lunes, 30 de enero de 2012


Instruye al niño en su camino

      
          Los creyentes deben criar a sus hijos para el Señor. Conviene recordarlo, porque siempre tenemos tendencia a desear que tengan éxito según las normas de la sociedad y esto, a veces, sólo para la satisfacción de nuestro orgullo de padres.

Nuestro profundo deseo debería ser que su potencial físico, psíquico, afectivo e intelectual ser primeramente para Jesucristo.

Una de las principales virtudes requeridas al creyente adulto es la obediencia al Señor. La práctica de esa virtud se facilita inculcándola a los niños desde muy temprana edad.

La obediencia que los padres piden a sus hijos debe aproximarse a la que el Señor pide a los padres: obediencia a su autoridad, que no es tiránica, no desordenada, ni egoísta, sino benévola y sabia. Irá acompañada de explicaciones, conforme a la edad de los niños.

Si preferimos no molestarnos, pasando por alto las desobediencias de ellos, no practicamos el amor según Dios, a pesar de las apariencias.

Bien sabemos que la mejor educación no dará la vida eterna a un hijo; pero los padres deben preparar el fuego: disponer el papel, las ramitas y la leña seca, pidiendo en sus oraciones diarias que el Señor coloque allí la llama de la fe.

"Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor" (Efesios 6:4).

"Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre y no menosprecies la dirección de tu madre" (Proverbios 1:8).



Que nuestro buen Señor nos de las fuerzas que necesitamos para crecer en su sabiduría, conduciendo a nuestros hijos a sus pies.

Comunicarse en familia


No hay nada como una comunicación clara y sana para que las relaciones familiares marchen sobre ruedas. ¿Qué tal anda tu familia en este aspecto? Si crees que a veces se presentan situaciones parecidas al “teléfono descompuesto” u otro tipo de malentendidos, conviene que revises estas cuatro reglas para comunicarse de la mejor manera.

-Compartan todo. Ser capaces de expresar todos sus sentimientos, tanto aquellos de amor y aprecio como los de resentimiento y tristeza, es el mejor camino para comunicarse abiertamente en familia. Para lograrlo es muy importante que estemos conscientes de que nadie es perfecto; es decir, ser tolerantes. Si practican esta técnica de abrirse ante los demás, descubrirán que los momentos que comparten en familia son como un oasis entre la avalancha de problemas y sinsabores cotidianos. Allí podrán llegar y olvidarse del mundo por un tiempo.

-Tengan opinión propia. No acostumbres a tus hijos a que alguien más explique por ellos lo que sienten y piensan. Si lo haces, no aprenderán a tener opiniones, y mucho menos serán capaces de expresarlas en la vida diaria. Fomenta el que, en tu familia, cada quien hable por sí mismo y defienda su punto de vista. Por supuesto, esta libertad de expresión no debe interferir con la disciplina que prive en tu casa. Tampoco deben estar de acuerdo todos con las opiniones de los demás.

-Permitan la libertad de expresión. Las discusiones familiares en las que se permite opinar y compartir pensamientos democráticamente, ayudan a los niños a aprender las herramientas necesarias para alcanzar sus metas en la vida. El pensamiento crítico es un proceso que debe aprenderse en el seno familiar.

-Respétense. Es lógico que, mientras más nos sentimos tomados en cuenta, más fácilmente podemos comunicarnos en familia. Tratar a los demás siempre con respeto, aunque no estemos completamente de acuerdo con lo que sienten o piensan, es muy benéfico. Nadie debe sentir que no es importante en la familia. Vigila que no se presente este problema en los hermanos menores, quienes son los más vulnerables. Dedícales un poco más de tiempo a los niños pequeños, pues todavía no tienen el vocabulario ni la rapidez de expresión de los miembros mayores

¡Dios nos guía! ¡Adelante!

jueves, 26 de enero de 2012

Filosofía de la Educación Adventista

La filosofía adventista de la educación es Cristocéntrica. Los adventistas creen que, bajo la dirección del Espíritu Santo, el carácter y los propósitos de Dios pueden ser conocidos, tal como están revelados en la Biblia, en Jesucristo y en la naturaleza. Las características distintivas de la educación adventista, derivadas de la Biblia y de los escritos de Elena de White, apuntan hacia el objetivo redentor de la verdadera educación: restaurar a los seres humanos a la imagen de su Creador.
Los adventistas del séptimo día creen que Dios es infinito en amor, sabiduría y poder. Y que se relaciona con los seres humanos de forma personal, presentando su carácter como la norma esencial para la conducta humana y su gracia como el medio de restauración.
Los adventistas reconocen que los motivos, los pensamientos y el comportamiento humanos están por debajo del ideal de Dios. La educación, en su sentido más amplio, es el medio para restaurar la relación original de los seres humanos con Dios. Trabajando juntos, el hogar, la escuela y la iglesia cooperan con los agentes divinos en la preparación de aprendices de una ciudadanía responsable en este mundo y en el mundo venidero.
La educación adventista transmite más que conocimiento académico. Promueve el desarrollo equilibrado de la persona como un todo: espiritual, intelectual, físico y social. Su dimensión en el tiempo es la eternidad. Busca desarrollar una vida de fe en Dios y respeto por la dignidad de todos los seres humanos; edificar caracteres semejantes al Creador; estimular a pensar en lugar de ser simples reflectores del pensamiento de otros; promover el servicio por amor en lugar de la ambición egocéntrica; asegurar el máximo desarrollo del potencial de cada individuo; y adoptar todo lo que es verdadero, bueno y bello.

10 CLAVES PARA LA EDUCACIÓN DE TUS HIJOS
1 Los padres deben educar la voluntad de los hijos y sus sentimientos. Preparar a un hijo para la vida no es satisfacer todas sus voluntades y todos sus caprichos.

Enseña a tu hijo a renunciar y a oír "no".

No impongas la renuncia, pero llévalo a aceptarla libremente.

Señala la razón del renunciar, su valor y necesidad para la vida.

Si no aprende ahora a decir no a lo permitido, luego no sabrá decir no a lo prohibido.

El exceso de mimos echa a perder a los niños; los hijos muy mimados sufren mucho en la vida. Vivirán siempre alterados e inseguros.

El exceso de mimos y de censuras, críticas y castigos es la principal causa de inseguridad en los jóvenes. Los grandes hombres de la historia soportaron pruebas y privaciones en la vida. Poco se puede esperar de los hombres que nunca supieron lo que son privaciones, renuncias y sacrificios.

Los que reciben todo en la infancia no sabrán dar nada como adultos.

La cólera es nociva para la educación de los hijos. La ira nos lleva a decir palabras sin pensar y a actuar irreflexivamente.

El hablar sin pensar y el actuar sin reflexionar pueden lastimar, herir, ofender y llevar a cometer injusticias.

Habla con tu hijo con calma y ten actitudes ponderadas.

La cólera, la ira, la falta de dominio pueden hacer que se cometan desatinos.

Muchos padres, llevados por la ira del momento, hieren el corazón de los hijos con palabras semejantes a éstas:

"No servis para nada." "Maldita la hora en que te engendré." "Sos la vergüenza de la familia." "No vales nada." "¡Eres un hijo indigno!”

Después, cuando estás en calma, reflexionas y te arrepentís. Pero será demasiado tarde. Las palabras ya fueron dichas y el corazón de tu hijo ya fue herido.

Piensa antes de hablar y reflexiona antes de actuar.

A un corazón herido siempre le queda una cicatriz.

No hables sin pensar y sin medir el alcance de tus palabras.

No hagas un gesto sin medir las consecuencias.

Tu hijo es un tesoro que merece todo el amor, respeto y cariño; es un tesoro de la vida entregado en las manos de los padres.



3 El secreto que un hijo confía al padre o a la madre debe ser como una piedra lanzada al mar. Se esconde en el fondo, nadie la ve, descubre, conoce.

Sé siempre discreto, guarda en lo profundo del corazón el secreto de tu hijo. La confianza, una vez perdida, difícilmente se recupera.

Un joven comienza a desorientarse desde el momento en que pierde la confianza en sus padres. Mientras los hijos confíen en los padres, tendrán siempre una luz que los ilumine, una guía que los conduzca y, una brújula que los oriente.

4 La mejor escuela de la vida es el ejemplo de los padres. Los hijos precisan más los ejemplos que las enseñanzas.

Los padres no les pueden exigir virtudes y cualidades que ellos no tienen. Vigilando sus propias obras, los padres estarán construyendo la moral de sus hijos. ¿Qué ejemplos les das? ¿A ti te gustaría que tus hijos hicieran lo que tú haces?



La misión de los padres es orientar, esclarecer, amar, comprender, incentivar. Actuar así es darle la oportunidad a tu hijo para que se afirme en la vida. El amor que los hijos reciben de los padres y la confianza que éstos depositan en ellos es para los jóvenes un seguro amparo de vida.



El desahogarse es una necesidad psicológica de toda persona. Tu hijo muchas veces está psicológicamente agobiado y siente la necesidad de desahogarse. Precisa decir lo que siente.

Escucha con paciencia y benevolencia su desafío, aunque hable en forma agresiva e irritada.

Aprende a escuchar con paciencia y atención el desahogo de tu hijo y evitarás muchas discusiones, desavenencias y contrariedades.

Deja que tu hijo diga todo lo que siente y, cuando esté en calma, estará en condiciones de razonar y reconocer el error.

Comparte las dudas, angustias y problemas de tu hijo y él será tu amigo.



Saber escuchar en silencio es una virtud que los padres también deben tener. Antes de contradecír a tu hijo, escucha, analiza y trata de comprender lo que él quiere decir. Y después habla, pero con amor.

Cuando los padres se precipitan en responder o en contradecir al hijo, pueden cometer una injusticia o interpretar de modo incorrecto, y esto suscita la rebeldía del hijo.

Deja que tu hijo hable y oiga pacientemente, y sólo después habla, analiza, medita y dialoga con él.

Una persona irritada no está en condiciones de oír y comprender.



8 Deja que tu hijo hable, sólo escucha. Después dialoga calma y serenamente. Tal vez  diga muchas cosas equivocadas, pero analizándolo bien encontraremos muchas verdades entre los errores.

Apreciar y valorizar lo bueno da mejores resultados que señalar y condenar de inmediato lo equivocado. A nadie le gusta ser refutado y censurado al instante.

Muchos padres no defienden la verdad, pero si sus puntos de vista para que prevalezcan sobre los puntos de vista de sus hijos.

El hijo no es un adversario a combatir, sino un amigo a conquistar. Y para conquistar nada mejor que saber oír.



Tu hijo precisa consejos y recomendaciones, pero deben ser bien dosificados, dados con amor y bondad. Una bocanada de consejos y recomendaciones irrita y satura. El exceso, en lugar de producir efectos positivos, trae resultados negativos. Da a tu hijo los consejos más útiles y prácticos, no los más agradables. Dale un consejo como una sugerencia y no como una imposición.



10 ¡Cuántos jóvenes aún no descubrieron el verdadero sentido de la vida! Viven y no saben por qué. Estamos en este mundo para amar y hacer el bien, el amor nos une unos a otros y todos unidos amaremos a Dios. El amor siempre trae unidad y conlleva a hacer obras de bien. Una vida sin amor es una vida vacía y sin sentido.

La vida nos es dada para crecer siempre más en el amor y para engrandecernos a través de la práctica del bien.

Educar no es sólo combatir el mal, señalar y censurar los errores; educar es sobre todo íncentivar el bien, impartir buenas costumbres, valorizar las buenas obras y estimular.

El exceso de críticas y de censuras elimina el incentivo y el deseo del bien. Pero apreciar y valorízar las cosas buenas estimula y anima a proseguir el camino del bien y a mejorar. 

Señala con amor los errores de tu hijo, aprecia sus virtudes, incentiva el bien y valoriza sus buenas acciones.

Que la crítica, la censura y la reprensión sean siempre constructivas y no destructivas. Que sean siempre positivas y no negativas.

* Recordar errores pasados y ya perdonados, desestimula y desanima. No es agradable oír siempre la misma queja, oír siempre la misma melodía de las personas que persisten en tocar la misma tecla.

Olvida los errores cometidos por tu hijo en el pasado, e incentiva el bien en el presente, valorizando sus buenas acciones, por pequeñas que sean.

* Y así, si él fuera malo, tratará de ser bueno, y si fuera bueno se esforzará para ser mejor.

¡Ánimo, Dios nos capacita!

martes, 24 de enero de 2012

Presentación: Escuela Adventista de Avellaneda


La Escuela Adventista de Avellaneda (I.A.D.A.) funciona en la Avenida Belgrano 820 de la Ciudad de Avellaneda provincia de Buenos Aires. Es una institución perteneciente a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, declarando por lo tanto su confesionalidad cristiana y se compromete con la misión evangelizadora de la iglesia, siendo consciente de la importancia fundamental de la fe en Dios y el amor al prójimo, para el cumplimiento de esta misión, conforme lo expresa el ideario de este centro educativo.-
Ofrece un servicio educativo a alumnos de ambos sexos sin discriminación de raza, credo o condición social.-
Este centro educativo está constituido por la Escuela Primaria Particular Autorizada Nº 3405 "ESCUELA ADVENTISTA DE AVELLANEDA" y por la Escuela de Enseñanza Secundaria Autorizada Nº 7681 “INSTITUTO ADVENTISTA AVELLANEDA”, atiende los niveles Inicial, Primario y Secundario.
Los alumnos del Nivel Inicial y Primario, tienen sus actividades en el turno mañana, mientras que el Nivel Secundario las desarrolla por la tarde.